La palma chilena, especie cuyo nombre científico es Jubaea chilensis, pertenece a la familia de las palmáceas, es la palma más austral del mundo y es endémica (nativa) de nuestro país. Se distribuye en forma natural entre La Serena y Talca, aproximadamente; encontrándose algunos ejemplares hasta la zona de Arauco.
Se reconoce porque es la única palmera de tronco liso, además presenta un angostamiento a los ocho a diez metros de altura, que ocurre al llegar a la madurez.
Su tronco es cilíndrico, de color grisáceo, cuya base tiene un diámetro variable entre 0,7 y 1 m; pudiendo llegar a medir hasta veinticinco metros de altura.
Por definición, las palmas no son árboles, sus troncos no son de madera, ellos están compuestos de fibras. Por lo tanto, son hierbas gigantescas, como un tipo de pasto gigante, único en el mundo, muy sensible a la depredación y que hay que preservar.
Entre las características más llamativas de la palma chilena está su lento crecimiento (llega al estado de madurez recién a los sesenta años) y su capacidad de resistir el fuego debido a componentes de su corteza, además, crece principalmente en las laderas de exposición norte de los cerros áridos.
Antiguamente se encontraba desde Coquimbo a San Fernando, hoy, esta especie que inspiró a cronistas y a viajeros como Charles Darwin por su belleza y abundancia, sólo se encuentra en bosques ubicados en el Parque Nacional La Campana (sector Ocoa), Palmas de Cocalán y El Salto. Esto, debido a la casi extinción por la recolección de la sabia del tronco para obtención de miel de palma, realizada por mucho tiempo, en forma desmedida y sin ningún control.
Los mencionados son de los pocos lugares donde queda la palma en estado nativo, en su propio hábitat, constituyendo paisajes de bosque puro, mixto o ejemplares aislados, todos de tan impresionante belleza como desconocidos.
En forma cultivada, se la encuentra entre Copiapó y el Lago Llanquihue. El hecho de que la palma no se extienda a la cordillera de los Andes, podría atribuirse a que esta especie crece sólo hasta los 700 y aún 800 metros sobre el nivel del mar.
Otros factores que llevaron a su casi desaparición fueron la extracción de coquitos de palma, que miden tres a cuatro centímetros, son comestibles, ovalados y de color café (llegándose incluso a exportar a Perú y otros países americanos), y el pastoreo de animales no controlado (que comen las hojitas de palmitas más pequeñas), etc.
El chileno sabe poco de las palmas y menos la distingue de otras especies. A la llegada de los españoles, en el siglo XVI, los aborígenes la llamaban KanKán, estaban ampliamente difundidas en toda la zona central, conformando grandes bosques (decenas de millones entre Coquimbo y Colchagua).
Alonso de Ovalle (siglo XVII) escribía que "el más importante de los frutales nativos son las palmas, creciendo una al lado de la otra, apreciándose de lejos como almácigos, de tan abundantes que son".
Entre Chincolco y Petorca se censaron más de 500.000 (siglo XIX). Existen publicaciones (1899), señalando que se exportaban grandes cantidades de coquitos; Benjamín Vicuña Mackenna (1877) menciona la explotación de más de mil palmas, en lo que es hoy un solo predio de la V Región, para la exportación de miel, en un solo año. Hasta fines del siglo XVIII, se la planta profusamente en parques urbanos y rurales, también en modestos solares.
La palma chilena se caracteriza también por ser la más longeva del mundo. La edad de estas palmas puede llegar a superar fácilmente los mil años, siendo frecuente encontrar en los palmares, ejemplares con más de 700 años.
Respecto de lo que es la permanencia de esta especie en Chile se puede establecer que aparece en el Terciario, lo que se comprueba a través de fósiles de polen. Teóricamente se plantea que alcanza nuestro territorio gracias a lo que fue todo el movimiento de deriva continental (100 millones a 65 millones de años), lo que nos podría hacer creer que la palma chilena es una especie relicta (por relicto entendemos cada planta, animal o ecosistema que se encuentra en un área determinada como sobreviviente o remanente de un período anterior).
Sin embargo, al considerar el concepto, se debe expresar que la palma, por acompañar nuestro territorio desde su formación y tener siempre la misma distribución espacial, cordillera de la Costa, sólo hasta los 700 msnm, no puede clasificarse como tal, ya que tiene los rasgos tropicales, pero que se han adaptado a las condiciones climáticas y de suelo de nuestro territorio, por lo cual se afirma que no es relicta.
La palma chilena, es una especie asociada al bosque esclerófilo (formado por espino, quillay, maitén, tevo, colliguay, guayacán, algarrobo, peumo, boldo, litre, molle, patagua y belloto) que además se desarrolla en suelos de buen drenaje.